Por Meri Parrado

El arquitecto Rafael Viñoly sostuvo que la continuidad del desarrollo de la Ciudad de la Costa requiere superar la puja de intereses entre el sector público y privado para definir entre todos qué ciudad construir y abrir paso a la generación de ideas.

La necesidad que Canelones defina qué quiere ser como ciudad para luego planificar y promover las inversiones necesarias para su desarrollo, fue el tema central de la charla “Paisajes urbanos, paisajes rurales”, que brindó el arquitecto y referente Rafael Viñoly durante su participación en el foro “Canelones tierra de oportunidades”.

Para Viñoly la “única forma de reimaginar un territorio” es repensar “las fuerzas esenciales que pulsan el proceso de desarrollo en cualquier parte del mundo -el sector público y el privado- para entrar en una etapa inexplorada, de una colaboración mucho más generosa, que es la de la negociación”.

A su entender, “paisaje y arquitectura no son diferentes, es parte de la misma receta” y es necesario “superar la estructura tradicional del sistema de construcción” vinculado al medioambiente. “Es importante que esto suceda en Canelones, no solo por su ubicación geográfica, tamaño, densidad de población, sino por su configuración como cinturón alrededor de la capital, que recibe sus impactos”.

Peligros para el desarrollo

Por otro lado, Viñoly describió algunos de los “peligros” que retrasan el desarrollo: “La política condicionada por el calendario o, en el caso del sector privado, por las oportunidades de captar picos de mercado reactivos”.

Otro problema, prosiguió el referente, es que el sector privado y el público tienen dos formas distintas de ver el desarrollo social, que tiene como argumento principal quién corre el riesgo, cuando es algo completamente compartido. “El sector privado tiene un riesgo comercial y el sector público, además del riesgo comercial, tiene otro que es geopolítico, con una consecuencia física directa. Esta confusión es histórica y viene de una lucha sobre de quién es la capacidad de propuesta. El privado tiene recursos, pero carece de control administrativo y está limitado a intervenciones de escala menor. El sector público, que incluye los estamentos técnicos y los que politizan esa técnica, tiene poco capital operativo. Además, ha tomado el rol de guardián del interés público, rol definido por principios de carácter sanitario perimidos, con una misión intocable de la preservación del espacio público. Es un sector que tiene poder administrativo, pero que carece de recursos y libertad jurídica para ejecutar”. En este escenario, Viñoly sostuvo que “el planeamiento ha retrocedido a una posición reactiva” que no se ha logrado superar, donde “la única cosa que ha sufrido históricamente es la generación de ideas».

Y añadió: “Tengo la expectativa de que el conflicto se pueda resolver, y que los intereses de la clase política sean los mismos que de la clase empresarial”. Para Viñoly no se trata de “ponerse de acuerdo en que una construcción debe tener tres o cuatro pisos, sino en cómo hacer para que toda la gente viva mejor”.

Consultado sobre cómo imagina la Ciudad de la Costa, y cuáles considera que podrían ser las “ideas fuerza” para su desarrollo, Viñoly respondió: “El paisaje, la calidad de lo constructivo y el nivel de adherencia a principios de sostenibilidad contemporáneos, son parte de lo mismo. No creo que haya que hacer otra costanera, extender el Parque Roosevelt, o cambiar el tamaño de los lotes. Lo que hace falta es que este lugar [Ciudad de la Costa] se defina como un lugar para algo”.

“El Uruguay es un lugar extraordinario y lleno de gente maravillosa. El problema es que le falta actividad y sobre eso hace falta imaginación. Y entender que el componente de producir una sociedad próspera es más importante que nada”, concluyó.