Nacida en 2018 en el corazón de Shangrilá, Trigo Rey es uno de esos emprendimientos que crecieron a fuerza de oficio, constancia y cercanía con su comunidad. Lo que comenzó como una panadería de barrio, impulsada por el trabajo familiar y un compromiso férreo con la calidad, logró dar un paso clave el año pasado con la apertura de su segundo local en El Pinar. Y ahora suma un nuevo motivo de orgullo: el segundo puesto en el primer Campeonato Nacional de Pan Dulce, una distinción que la coloca entre las mejores panaderías del país pese a su corta trayectoria.

El certamen, que reunió a más de treinta establecimientos de distintos departamentos, permitió medir la calidad de las propuestas artesanales y otorgó visibilidad a pequeños productores que, como Trigo Rey, buscan destacarse en un mercado altamente competitivo. Para la panadería, el reconocimiento va más allá del galardón. “Este tipo de eventos nos permite mostrarnos, llegar a más personas y seguir soñando en grande”, señalan desde el equipo.

Pero el campeonato tuvo un componente que la empresa valora aún más: su vínculo con la campaña solidaria “Un Pan Dulce de Esperanza”, organizada en beneficio de la Fundación Pérez Scremini. A través de esta iniciativa, por cada pan dulce vendido se destinan $25 para financiar tratamientos contra el cáncer infantil y adolescente en Uruguay.

Trigo Rey participa de la campaña desde su primer año y este ya es el séptimo consecutivo en que se suma con entusiasmo. La edición de este año fue especialmente significativa, aseguran, porque visibilizó la causa a nivel nacional y motivó a que más panaderías se incorporaran, ampliando así el impacto solidario. “Nos emociona saber que nuestro trabajo también puede contribuir a algo más grande. Cada pan dulce vendido es una forma de acompañar a quienes más lo necesitan”, afirman.

Entre hornos, masas fermentadas y recetas que se transmiten de mano en mano, Trigo Rey sigue construyendo su historia. Una historia que, aunque reciente, demuestra que el esfuerzo sostenido, la apuesta por la calidad y la conexión con la comunidad pueden llevar muy lejos incluso a los emprendimientos más jóvenes.