En el marco del tradicional brindis de fin de año, la Cámara de Comercio de Ciudad de la Costa realizó un emotivo homenaje a tres familias emprendedoras pioneras, cuyo esfuerzo y visión fueron claves para el desarrollo económico y social de la ciudad cuando aún era poco más que montes y médanos.

El reconocimiento tuvo lugar en la propia sede de la Cámara y contó con la presencia de unos 160 socios, además de autoridades departamentales y nacionales, en una noche cargada de emoción, recuerdos y agradecimiento.

Los homenajeados fueron José Carbajales y Paz Martínez, Anselmo Pereira y Dolores Rodríguez, y Miguel Foliadoso y Susana Pintos, empresarios que no solo lograron construir empresas hoy reconocidas y consolidadas, sino que además supieron transmitir su legado a sus hijos, quienes continúan al frente de los emprendimientos familiares.

Durante el acto se hizo entrega de una plaqueta recordatoria cuyo texto resume el espíritu del homenaje:

“Cuando todo era nada, ellos creyeron, invirtieron y trabajaron.
Pioneros en su labor y en el apoyo a la comunidad.
Hoy una nueva generación crece sobre esa base sólida.
Gracias por su compromiso y constancia.”

Visión, trabajo y legado

El homenaje destacó historias de vida marcadas por la inmigración, el sacrificio y la apuesta al crecimiento local.

José Carbajales y Paz Martínez, llegados desde Asturias y Galicia en la década del 50, apostaron a Ciudad de la Costa a comienzos de los años 90, cuando pocos veían allí un polo de desarrollo. Desde la estación de servicio ANCAP Lagomar, premiada a nivel nacional por su calidad, fueron ampliando servicios y emprendimientos que hoy conforman un verdadero grupo empresarial, coronado recientemente con la inauguración del Mall del Lago, un nuevo hito para la zona.

Por su parte, Anselmo Pereira y Dolores Rodríguez construyeron una historia ejemplar ligada al trabajo artesanal y la industria alimenticia. Desde una pequeña panadería en Lagomar hasta la creación de la fábrica de galletas La Trigueña, lograron posicionar una marca líder en el mercado nacional, reconocida por su calidad, innovación y compromiso, hoy presente en todo el país y en plena expansión.

La historia de Miguel Foliadoso y Susana Pintos es la de un emprendimiento que nació casi por casualidad, pero que se transformó en un símbolo de Ciudad de la Costa. Espiga de Oro, fundada en 1981 como una pequeña fábrica de pastas sobre la Avenida Giannattasio, creció junto con la ciudad y hoy es la empresa del rubro más reconocida de la zona, generando empleo para más de 50 personas y diversificando su propuesta con restaurantes y casas de empanadas.

Un reconocimiento a quienes hicieron ciudad

El homenaje fue también una oportunidad para reflexionar sobre el crecimiento de Ciudad de la Costa y el rol fundamental que cumplieron estos emprendedores, que apostaron cuando casi no había infraestructura ni certezas, y que ayudaron a transformar un conjunto de balnearios en una ciudad viva, con comercio, empleo y oportunidades.

La Cámara de Comercio destacó que estas historias representan los valores que la institución promueve: trabajo, perseverancia, compromiso con la comunidad y visión de futuro, valores que hoy continúan vigentes a través de las nuevas generaciones.

Una noche de aplausos, emoción y gratitud para quienes, cuando todo estaba por hacerse, decidieron creer y construir.