Este jueves 20 los seis jóvenes del liceo de Tala, que volvieron a ganar el primer premio de un certamen de robótica, en Estado Unidos entre 40 equipos de todo el mundo; se reencontraron con sus familias, amigos y profesores que agitaban banderas uruguayas y carteles que reconocían el valor de su trabajo. Ya el presidente Tabaré Vázquez había dicho que era una hazaña más importante que la de Maracaná. En el Aeropuerto también los esperaban La directora de Secundaria, Celsa Puente, y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi.
Belén Barreto, Axel Cuendes, Nicolás Borges, Javier Borges, Agustín Rey y Camilo Baldivia fueron distinguidos, una vez más, con un premio internacional por su experiencia en robótica.
Esta vez bajo el seudónimo Garra Charrúa, los estudiantes volvieron a representar a Uruguay en Estados Unidos, donde recibieron el premio a mejor investigación en el Mountain State First Lego League Invitational, realizado en el Falcon Center de la Universidad Estatal de Fairmont.
La presencia en esa instancia se debió a la destacada participación que tuvieron anteriormente en el First Lego League World Festival en Houston, donde ganaron como mejor equipo de robótica novato y la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) los invitó a participar en este nuevo certamen.
En la última experiencia, estos jóvenes de entre 14 y 19 años compitieron con 40 equipos. Allí se tuvo en cuenta el diseño de los robots, el proyecto de investigación y la implementación de valores fundamentales. Junto a ellos asistieron la profesora Alicia Ferrando y Fabiana Pedrini, de Ceibal. Los estudiantes uruguayos aseguran que iban con la expectativa de mostrar su trabajo y terminaron trayéndose el premio a mejor investigación, lo que les generó orgullo y satisfacción.
Puente y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, se congratularon por el logro. “Es un reconocimiento público e internacional que nos alegra el alma y nos estimula para seguir trabajando”, dijo la directora general del Consejo de Educación Secundaria (CES).
“Esos adolescentes están representando a todos los alumnos de Secundaria y a los profesores que realizan este tipo de propuestas y que permiten que lo mejor de cada uno de los jóvenes surja”, añadió, para luego aclarar que los talleres se realizan en forma extracurricular y son de acceso para todos los estudiantes más allá del perfil académico.
También hizo particular hincapié en el comportamiento solidario y generoso del equipo uruguayo, que ayudó a su par venezolano a reconstruir su proyecto, que se había dañado en el viaje. Asimismo, organizó una colecta para solventar los gastos de la delegación tailandesa que perdió sus pertenencias.
“Además de lo que significa como aprendizaje desde el conocimiento, es una experiencia de vida muy rica”, dijo. “Estimularon un trabajo a nivel humano que emociona, gratifica y enorgullece. Esto habla de la tarea de las familias y del liceo, más allá de la adquisición de conocimientos en el sentido tradicional”, agregó.
Puente aseguró que estos trabajos vinculados a la robótica se replican cada vez en más centros educativos en distintos puntos del país, como en Rivera, San Luis, Casupá y varios de Montevideo. Indicó que esto es posible, además, por la “sintonía” que existe con el Plan Ceibal, que permite organizar las instancias de carácter local y nacional y, luego, las oportunidades en el exterior, como la del equipo de Tala, que recogió sus frutos en Estados Unidos. Señaló que, incluso, son muchos los trabajos que ya clasificaron para la Olimpíada Nacional de noviembre.
Proyecto
El trabajo con el que participaron en ambas competencias es el proyecto Pet Rescue Tala vinculado a la leptospirosis, enfermedad que afecta tanto a animales como a humanos.
Durante la investigación, los liceales entrevistaron a profesionales en la materia y descubrieron que la bacteria causante solo sobrevive en el suelo húmedo y con PH neutro, por lo que, usando óxido de calcio (cal) se cambia el ph y, por tanto, se elimina. Como parte de la solución diseñaron un vehículo con piezas Lego que es capaz de movilizarse de forma autónoma por los terrenos, con sensores de luz que diferencian las zonas secas de las húmedas y, al detectar estas últimas, esparce la cal.