Nadie sabe como surgió el nombre. Una voz, ahora anónima, dijo “Nueva esperanza” y quedó. Hubo iniciativas para cambiarlo, pero no tuvieron eco. Es que la gente del barrio aprendió, como Jorge Luis Borges, que “la esperanza nunca es vana”.
Es que si hay algo a que los vecinos del barrio “Nueva esperanza” están acostumbrados es a “lucharla”. Nada vino de arriba, ni el agua potable, ni la corriente eléctrica, ni la caminería, ni el centro comunal, ni la recolección de residuos, al contrario todo tuvo trabas.
Pero los vecinos, como el nombre del barrio lo auguraba, ante cada problema renovaban la esperanza. Esa lucha los unió de alguna forma. Los vecinos, cuya procedencia era de lo más dispar, fueron comprendiendo y asimilando esa cultura necesaria de la participación, del respeto a la opinión del otro, de saber escuchar y decidir en grupo. Hoy comprenden que este sueño encaminado a ser realidad es una victoria de todos y de cada uno de ellos. Esa realidad comprende obras de infraestructura, alumbrado, saneamiento, calles en buenas condiciones para transitar, una plaza con espacio recreativo y un centro de barrio co-gestionado por los vecinos y la comuna. Conexión de abastecimiento de agua, relocalizaciones, tendido eléctrico nuevo y una propuesta social que pasa incluso por instalar un Caif. Para lo que se invertirá unos 85 millones de pesos.
Ramón Acuña, vicepresidente de la Comisión del Barrio, nos recibe en su casa de material. Hace 21 años cuando llegó aquí le recomendaron que no gastara en material porque podían desalojarlos en poco tiempo. Pero se la jugó igual. Llegó a esta zona de Solymar Norte sobre la Ruta Interbalnearia por necesidad, al igual que cientos de vecinos de este barrio. De hecho en la crisis de 2002 el barrio vivió uno de sus mayores crecimientos. “Vi el terreno y empecé a construir, me dijeron que no lo hiciera de material, yo no sabía que esto tenía dueño”, comentó Ramón mientras caminamos por las calles de tierra del barrio que alberga a 150 familias, alrededor de 500 personas, de las cuales un 30% son menores de edad. Las viviendas son muy disímiles, las hay de material de dos pisos y otras muy precarias de costaneros. Las calles han sido mejoradas pero igual son todo un problema cuando llueve, hay cuatro almacenes dentro del barrio y también pueden verse “pozos negros”, desbordados, cuyas aguas servidas salen a las cunetas. Es el único asentamiento de Ciudad de la Costa que será regularizado en este quinquenio. Surgió gracias al convenio acordado con el Plan de Mejoramiento de Barrios (MVOTMA) y la Intendencia de Canelones. Silvana Nieves, Directora de Vivienda de la Intendencia de Canelones destacó el compromiso y lucha de la gente. “Es un barrio que desde sus inicios contó con un fuerte compromiso social, tierra que los vecinos pelearon”, apuntó.
Ahora queda la elaboración del proyecto ejecutivo con trabajo técnico. “El deseo es que antes de finalizar el quinquenio podamos estar celebrando con los vecinos la finalización del proyecto” concluyó Nieves.
La arquitecta Valeria Medail de la Dirección de Vivienda apuntó que “ Hubo muy buena participación y vínculo con los vecinos. Se trabajó bajo la modalidad de asambleas trabajando mucho con la red local municipio, policlínica, Caif, haciendo que el barrio se vaya abriendo al resto de la trama urbana”.
Gustavo Nogueira, presidente de la comisión de vecinos, comentó Revista Metropolitano “Somos el único asentamiento de la costa que va a ser regularizado, nos ha llevado 20 años pero se logró”.
La batalla más importante
La batalla más importante comenzó cuando llegó la orden desalojo, por una acción judicial que inició la propietaria de los terrenos. “Nosotros hacía años que estábamos acá y decidimos que algo teníamos que hacer, así que salimos a buscar ayuda y asesoramiento legal. La propietaria debía mucha contribución inmobiliaria. El ahora alcalde del Municipio de Ciudad de la Costa, Mario López y el abogado fueron de una gran ayuda para nosotros”, contó Gustavo. Y vaya si fueron. Ganaron el juicio y posteriormente la apelación. Los argumentos principales fueron que los vecinos ya tenían derechos adquiridos por el tiempo que llevan allí y las obras que, como pudieron habían hecho en los terrenos.
“La dueña optó por cedernos el predio mientras tanto le pagáramos la contribución y el impuesto a Primaria”, explicó Ramón.
Se organizaron y lograron juntar ese dinero. Pero luego quedaron en una situación casi insólita, porque pasaron a ser un asentamiento irregular en un terreno que ya era de ellos.
“Nosotros vimos que había que salir de esa situación porque la Intendencia no puede entrar a un barrio privado a regularizarlo, entonces una posibilidad era pasarle los terrenos a la Intendencia, pero había mucha gente que tenía miedo de que nos trasladaran a otro lado, había gente que no quería pasar el terreno después de lo que se había conseguido. Fueron cuatro asambleas muy largas y muy duras para tomar la decisión pero finalmente se aprobó”, contó a Revista Metropolitano, Juan Fagúndez, tesorero de la comisión del barrio.
“En ese tiempo no eran más de 120 familias y después no se podía hacer más nada, pero por medio del escribano Mario López y el intendente Marcos Carámbula se logró que los predios pasaran a la Intendencia de Canelones y entonces se pudo empezar a hablar de la regularización del barrio”, contó Ramón.
El vecino contó que 19 familias serán realojadas dentro del barrio, “algunos casos porque son terrenos inundables y otros porque los predios son muy chicos para la cantidad de personas”, explicó. Incluso para otros vecinos que son solteros, que viven solos, está previsto se construyan duplex.
“Por acá en campaña electoral pasaron Tabaré Vázquez, Jorge Batlle, Luis Hierro López, Mariano Arana. A todos les pedimos lo que necesitábamos”, apuntó Ramón.
Cuatro conquistas
En todo este tiempo y antes de ser propietarios del terreno fueron a pedir el agua a Ose. Estaban “colgados” de un mismo caño y eso provocaba que ante la menor demanda el agua no diera abasto. “Si dos vecino linderos abrían la canilla ya no tenías agua”, recordó Juan. “La funcionaria de Ose nos dijo que no podían en ese momento ingresar nuestra demanda porque no tenían agenda disponible. Le dije que íbamos a hablar con quien sea. Me contestó que ni que llegara la orden del presidente la cosa iba a cambiar. Pero movimos cielo y tierra y aunque no llegamos al presidente, lo conseguimos”, contó Ramón.
La luz también encontraba resistencia a pesar de todos sus reclamos, “Estábamos todos colgados y eran muchas familias, de noche veías como una luz roja corría por los cables y cuando se tocaba con otra línea se prendía fuego, una casa también se prendió fuego, por la mala instalación, era un gran peligro, en ese caso no hubo heridos pero la casa se quemó toda”, llevamos todos esos antecedentes y nos dieron pelota. Hoy tenemos 25 focos y van a ser 45”, explicó el vicepresidente de la comisión.
“Peleamos para nos retiraran los residuos y nos pusieron contenedores con candados y las llaves las tenían algunos vecinos. Era una locura siempre había que estar esperando algún vecino para abrirles el contenedor. Volvimos a pelearla para explicarles que eso era imposible en su funcionamiento y finalmente logramos tener contenedores normales de residuos”, contó Juan.
Incluso donde estamos conversando, la sede de la comisión, también tiene su historia, esta vez con la Iglesia Católica.
“Acá al Iglesia Católica había levantado una capillita, de madera y chapa. Pero se rompió y fue quedando en desuso, abandonada. Entonces nosotros dijimos que este era un buen lugar, porque estaba en el medio del barrio, para hacer el centro comunal, el lugar donde reunirnos para las asambleas, etc. Le pedimos a la iglesia y nos dijeron que no, que de ninguna manera. Fuimos a hablar a la Curia y los convencimos, tanto que hasta la propia Iglesia terminó donando dos mil dólares para comprar materiales. Otros cuatro mil dólares fueron donados durante la administración de Carámbula. Este donó partidas que provenían de su propio sueldo para hacer obras en el departamento. Se rindió cuenta de todos los gastos con boletas pero también conseguimos muchas donaciones. Hasta terminamos yendo a buscar bloques al Cerro”, explicó Gustavo.
Hoy día es un amplio salón, con baños, cocina, parrillero, muchas ventanas. “La mano de obra no faltó, ya que acá el 80% de los hombres trabajan en la construcción”, dice Ramón.
En el local comunal se piensa en hacer un taller para fabricar sillas, consiguiendo los materiales para los jóvenes del barrio. “Es un proyecto para ver si podemos hacer un especie de producción y que lo trabajen los jóvenes de acá. Hay gente dispuesta a enseñarles y guiarlos y ahora buscamos empresas que nos puedan donar pallet como materia prima. Es bueno porque a los que no estudian ni tienen trabajo los sacamos del ocio. De todo el día en la calle sin hacer nada, porque eso nunca trae buenos resultados”, dice Ramón.
En el barrio hay muchos niños y no tenían un lugar para jugar, para reunirse, estaban obligados a jugar en la calle muchas veces en el barro. Así es que los vecinos volvieron a organizarse y entre todos acondicionaron un espacio sacando matorrales, cortando el pasto y allí armaron una cancha de fútbol.
Buscando en lugar
Gustavo, como muchos, llegó al barrio en la crisis económica de 2002. “Yo vivía en Salto y me quedé sin trabajo, allá no había nada. No tuve más remedio que mirar para acá, para el área metropolitana, Montevideo, donde era más fácil conseguir alguna changa. Me dijeron que acá estaba la posibilidad de conseguir algún terreno. Así que vendí un terreno que tenía en Salto y me vine”.
“Andaba mal de trabajo, soy gomero y hace 21 años llegué y me hice un ranchito. Yo alquilaba en Paso Carrasco pero ya no podía con el alquiler, hasta que un día decidí venirme definitivamente. Incluso sin mi ex mujer que no quiso acompañarme”, contó Juan.
El barrio en su momento tuvo importantes problemas de inseguridad. Sin embargo la propia regularización que fueron impulsando los vecinos fue “limpiando” el barrio de algunas personas que más bien lo usaban de pasada. “El trabajo entre todos los vecinos más las regularizaciones que conseguimos hicieron que las personas que andaban en malos pasos se fueran. Todavía quedan algunos desprolijos, pero como en todo barrio”, comentó Ramón.
Patricia vive hace 20 años en Nueva Esperanza, fue de las primeras vecinas en llegar al barrio. “Esta regularización es importantísima para todo el barrio. Esto nos va a permitir a todos tener una mejor calidad de vida. Estamos muy contentos porque hace muchos años que estábamos peleando y luchando por esto y hoy por hoy tenemos la respuesta por tanta lucha. Por fin se va a lograr sacar el barrio adelante”.
Ignacio es otro vecino que vive en la zona hace 14 años, “para mi significa mucho esto, pero principalmente es una gran noticia para los niños. Esto nos va a permitir vivir bien, tener una calle como la gente, un alumbrado, una plaza para que los niños jueguen, una policlínica. Hay gente que no entiende y quiere todo para hoy, pero no es así, esto lleva tiempo, hay que ir paso a paso, ahora estamos cada vez más cerca de que se logre esto y la verdad nos deja muy felices”.
FRASES
“Nosotros vimos que había que salir de esa situación porque la Intendencia no puede entrar a un barrio privado a regularizarlo, entonces una posibilidad era pasarle los terrenos a la Intendencia, pero había mucha gente que tenía miedo de que nos trasladaran a otro lado, había gente que no quería pasar el terreno después de lo que se había conseguido. Fueron cuatro asambleas muy largas y muy duras para tomar la decisión pero finalmente se aprobó”, Juan Fagúndez, tesorero de la comisión del barrio.
“Estábamos todos colgados y eran muchas familias, de noche veías como una luz roja corría por los cables y cuando se tocaba con otra línea se prendía fuego, una casa también se prendió fuego, por la mala instalación, era un gran peligro, en ese caso no hubo heridos pero la casa se quemó toda”, llevamos todos esos antecedentes y nos dieron pelota. Hoy tenemos 25 focos y van a ser 45”. Ramón Antúnez, vicepresidente de la comisión.
“Somos el único asentamiento de la costa que va a ser regularizado, nos ha llevado 20 años pero se logró”. Gustavo Nogueira, presidente de la comisión barrial.
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85. Son los millones de pesos que demandará el proyecto de regularización