Por Meri Parrado

El arquitecto Carlos Ponce de León participó del Primer Foro de Arquitectura y Urbanismo en Canelones, donde realizó una exposición titulada “La relación de la costa con la ciudad: las ramblas”. En esta oportunidad, repasó el surgimiento de los diferentes balnearios que conforman la Ciudad de la Costa, las características de estos territorios y planteó la necesidad de presentar proyectos inmobiliarios compatibles con el desafío de proteger la zona costera.

Al inicio de la disertación el reconocido arquitecto rememoró el nacimiento de la Ciudad de la Costa, zona que abarca desde Barra de Carrasco hasta Pando, y explicó que los primeros balnearios se fundaron como respuesta a tendencias que venían de Europa, donde tenían una cultura más higienista que había comenzado a valorar acciones como tomar sol y bañarse en el agua del mar. Uno de los primeros balnearios de nuestras costas fue Carrasco, cuyo nombre heredó de un tío abuelo de José Gervasio Artigas, Salvador Sebastián Carrasco, que llegó desde Buenos Aires acompañando a los españoles y se benefició con el reparto de estas tierras, que más adelante, por 1907, compró Alfredo Arocena. “Allí crean el balneario, con un urbanismo muy estudiado, hecho por el arquitecto Taiz, de origen francés argentino. Rápidamente comenzó a construir el Hotel, a desarrollar una cuadra y media de rambla hacia cada lado, y a edificar la iglesia y pequeñas casas como viviendas temporarias de veraneo”. Según contó Ponce de León “Carrasco fue un éxito” y le dio nombre a varias obras conocidas como el Aeropuerto de Carrasco, la Barra de Carrasco y uno de los primeros barrios que llamó San José de Carrasco.

Los primeros balnearios eran exclusivistas, aseguró el profesional, a los que solo accedía la gente más pudiente, como terratenientes que pertenecían la clase gobernante y militar. “Cuando se repartieron las tierras, a un señor de apellido Ledesma le tocó el gran territorio que va desde calle Bolivia hasta el Arroyo Pando, y que más adelante fue comprado por la familia García Lagos. Había otra familia, los Pérez Buttler, que obtuvieron una pequeña fracción llegando al Arrollo Pando, lo que hoy en día es El Pinar”.

El arquitecto sostuvo que la llamada “Ciudad de la Costa” comenzó a desarrollarse con la llegada de un grupo de inversores argentinos, casi cien años atrás, que decidieron trabajar la zona de San José de Carrasco porque estaba ubicada al lado de Carrasco, balneario que había evolucionado muy bien. “A los argentinos no les fue bien porque en aquella época, en los años 40, Perón prohibió las inversiones argentinas en Uruguay y tuvieron que salir a vender lo que habían comprado. Entonces, los García Lagos vuelven a tomar esa porción del territorio y empiezan a crear balnearios para el óseo de la gente, que ya había comenzado a valorar la cultura de la playa, del óseo y el intercambio social”. Así fue que comenzaron a desarrollarse una sucesión de balnearios como Shangrilá, Solymar, Lomas de Solymar, Lagomar, Altos de Solymar, Pinares de Solymar, y hasta llegar al Pinar.

En aquellos tiempos, los propietarios de las tierras tenían como cometido que estas fueran productivas, pero cuando los García Lagos recibieron los primeros terrenos era todo un bañado, por lo cual no era posible, por ejemplo, plantar. Entonces decidieron fraccionar los predios, vender y conformar balnearios. Aquí entra en escena Santiago Calcagno, quien le propone al gobierno de turno explotar estos terrenos como areneras y le compra a los García Lagos algunas fracciones con arena limpia y dulce para iniciar el negocio de extraer arena. “Todos los lagos actuales, de entre 8 y 12 metros de profundidad, se crearon a partir de la extracción de arena, que se destinó para diversos usos. La Rambla Sur, por ejemplo, se rellenó con esa arena, al igual que medio Pocitos. Incluso se vendió arena a Buenos Aires. En un momento se terminó la arena y quedaron los lagos que forman parte del paisaje actual y que tenemos que proteger”.

Entre alguno de los problemas actuales, Ponce de León sostuvo que en la zona costera de Carrasco existen edificaciones en lugares no adecuados, que están amenazadas por la creciente del arroyo. En tal sentido, aprovechó para hacer “un llamado de atención a las autoridades”. “Es deber nuestro cuidar el patrimonio natural. Nosotros somos los que estamos construyendo el patrimonio que le vamos a dejar a la generación que sigue”, expresó.

Y añadió: “El arroyo Carrasco, lamentablemente, sigue siendo el mismo de antes, sucio y con olor. Además, está sumando problemas como lo usina de tratamiento de residuos. Es un tema que hay que ponerle especial atención”.

Además, mencionó espacios como el Parque Roosevelt, y habló de la importancia de cuidar y mantener estos lugares. “Cuando un árbol cae, hay que volver a forestarlo”. Con respecto a las ramblas, insistió en que “existen y hay que cuidarlas” y destacó que el gobierno canario “hizo un esfuerzo grande” en este sentido, creando la ciclovía, espacios para recreación, deporte y paseos.

¿Hacia donde vamos?

Ponce de León señaló que en el año 2050 el 70% de la población mundial vivirá en las ciudades y áreas urbanas, donde ocurren el 70% de las emisiones. “Las áreas metropolitanas generan salud, bienestar para la población, educación, oportunidades y libertad”, valoró.

No obstante, sostuvo que es necesario revertir el hecho de que una de cada tres personas vive en lugares no adecuados. “Es otro debe que tenemos: la vivienda de interés social. Hay una gran deuda colectiva con la gente que vive en condiciones infrahumanas en asentamientos”.

“Nuestro país es próspero, verde, suavemente ondulado, con costas sobre ríos, lagos y arroyos inigualables, pero tenemos la particularidad de que no crecemos en población, la gente se va”, observó. En este escenario, opinó que “la Ciudad de la Costa se tiene que insertar en el contexto global aprovechando sus lagos, el mar, arroyos y su territorio”.

“A nivel global, el 75% de las ciudades se ubican sobre las costas, el 50% de la población global está a menos de 100 kilómetros de la Costa. Hay que cuidar las Costas”, enfatizó.

Entre los desafíos actuales y a futuro, el arquitecto remarcó la importancia de tener cuidado con las emisiones de gases, pensar en la utilización de energías limpias y en nuevas alternativas de urbanizaciones. Mencionando como ejemplo el proyecto Carrasco Prat, aseguró que es posible realizar una mayor densidad de arquitectura sustentable, con paseos y dejando espacios para que se vean los lagos. “La gente quiere ver la naturaleza, no la escondamos”.

Asimismo, planteó la importancia de pensar en un cambio de transporte público y en la posibilidad pensar de trabajar, vivir, y recrearse en un mismo lugar para evitar los trasladados constantes. “Hacer con eficiencia y menos consumo, hacer más con menos. Hay que viajar, observar, dar ideas y ver proyectos que le aporten a la población. Las ciudades del futuro son ahora”, concluyó.