Aunque el crédito privado apenas representa el 29 % del PIB, Uruguay consolida su ecosistema fintech y apuesta por la inteligencia artificial para ampliar el acceso al financiamiento. La confianza, la inclusión y la regulación, los grandes retos por delante.
La digitalización financiera avanza a paso firme en Uruguay. Según la Cámara Uruguaya de Fintech (CUF), el crédito privado equivale actualmente al 29 % del Producto Interno Bruto (PIB), un nivel inferior al de otros países de la región como Brasil o Chile. Sin embargo, esta brecha también se interpreta como una oportunidad: hay espacio para nuevos actores que, con eficiencia tecnológica y menores barreras de entrada, impulsen la expansión del crédito digital.
Un entorno digital en crecimiento
El país muestra una infraestructura sólida para el desarrollo financiero móvil. El consumo promedio de datos móviles, de unos 8,8 GB por mes según la asociación GSMA, y la creciente penetración de smartphones evidencian un entorno favorable para la digitalización de servicios financieros.
Actualmente, Uruguay cuenta con al menos 40 empresas fintech agrupadas en la Cámara Uruguaya de Fintech. Aunque el ecosistema aún es joven, su papel en la innovación financiera local se consolida. A nivel regional, los mercados emergentes fintech, incluido Uruguay, crecieron un 44 % anual entre 2017 y 2023, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Convergencia entre bancos y fintech
Un estudio reciente de PwC Uruguay revela que el 69 % de los usuarios fintech también son clientes de bancos tradicionales, lo que indica un modelo de integración más que de sustitución. Entre los principales atractivos, el 78 % de los encuestados destaca la posibilidad de realizar operaciones sin acudir físicamente a una sucursal.
La IA como motor de eficiencia y confianza
La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta clave para optimizar procesos y mejorar la experiencia del usuario. En el ámbito local, algunas plataformas ya aplican reconocimiento facial e inteligencia conversacional para validar identidades, reducir tiempos de espera y ofrecer atención 24/7. Además, la IA contribuye a detectar fraudes en tiempo real y simplificar trámites documentales, desafíos comunes en toda la región.
“La tecnología cambió las expectativas: la gente busca agilidad, pero sobre todo confianza y transparencia”, afirma Benjamín Guelfi, CEO de Crediton, una de las pioneras del crédito digital en Uruguay. “Cuando empezamos, tramitar un préstamo desde el celular sonaba futurista. Hoy, la tecnología transformó no solo el acceso al crédito, sino también las expectativas del usuario”, agrega.
Desafíos pendientes: inclusión, confianza y regulación
Pese al avance, el crédito digital enfrenta obstáculos estructurales. La inclusión geográfica sigue siendo una deuda: buena parte del interior del país, especialmente en zonas rurales, aún tiene acceso limitado a servicios financieros formales. La conectividad mejora, pero no siempre garantiza igualdad de oportunidades.
También persisten brechas de confianza. Muchos usuarios continúan asociando el crédito con la atención presencial, lo que exige fortalecer la educación digital y comunicar los beneficios de estas soluciones en un lenguaje claro y accesible.
En el plano normativo, el desafío está en equilibrar supervisión y dinamismo. Las autoridades buscan proteger al usuario sin frenar la innovación. Si bien Uruguay ha avanzado en pagos electrónicos y ciberseguridad, la rápida evolución de las herramientas basadas en IA plantea nuevos dilemas sobre privacidad, transparencia y equidad algorítmica.
Un futuro de equilibrio entre algoritmos y empatía
Uruguay reúne condiciones favorables: conectividad creciente, voluntad regulatoria y un ecosistema fintech en expansión. Sin embargo, el futuro del crédito digital dependerá de su capacidad para ser tan inclusivo como eficiente.
La inteligencia artificial jugará un papel central en ese proceso, no solo como herramienta de automatización, sino como instrumento para diseñar criterios crediticios más justos, reducir costos y acercar el crédito a quienes hoy permanecen excluidos.
El gran desafío para las empresas será mantener el delicado equilibrio entre la decisión algorítmica y la empatía humana.