Textos y fotos: Meri Parrado

El Liceo Solymar 1, ubicado en la Ciudad de la Costa, oficializó el pasado viernes su cambio de nominación y pasó a llevar el nombre de Jorge Lazaroff, en homenaje al músico, compositor y docente uruguayo que —según expresaron desde la Sala Lazaroff— “dejó una huella profunda en la cultura nacional y en la comunidad costera donde vivió”.

El acto, realizado en el hall del centro educativo, reunió a autoridades, representantes sindicales, docentes, vecinos y familiares del artista, en una ceremonia marcada por la memoria afectiva y el sentido comunitario. La jornada cerró con música a cargo de la murga Falta y Resto, conjunto con el que Lazaroff colaboró en los años 80.  mientras que Fenapes entregó instrumentos musicales como parte del homenaje.

Durante la ceremonia, la subdirectora del liceo, MicaellaOlveira, compartió un mensaje centrado en la construcción colectiva de identidad. Señaló que recibir el nombre Jorge Lazaroff “marca un antes y un después” para la institución, y destacó al artista como un creador que unió “poesía y rebeldía, ternura y compromiso”. Para Olveira, el nuevo nombre “no es solo un homenaje: es un rumbo”: “Es decir en voz alta qué educación queremos construir. Es afirmar que este es un liceo que se abre al barrio, que escucha, que invita a participar. Un liceo donde la palabra circula, donde las familias entran con confianza, y donde cada estudiante encuentra acompañamiento, cuidado y oportunidades reales para crecer. Un liceo que se reconoce diverso, que entiende que la convivencia se cultiva todos los días, y que, apuesta a la cultura, a la creatividad, al deporte y a la participación como motores de transformación. Esta identidad no empezó hoy. Es fruto de años de trabajo, de docentes que dejaron todo, de generaciones de estudiantes que marcaron historia, y de una comunidad que nunca soltó la mano. Hoy, al asumir este nombre, también honramos ese camino colectivo. Queremos una educación que abrace todo eso: que despierte sensibilidad, que forme personas libres, críticas y solidarias. Una educación que, como la música de Jorge, se toque con el alma”.

Con tono emotivo, la subdirectora cerró su oratoria con una frase del propio Lazaroff: “Hay que aprender a cantar con otros para que la voz se vuelva nosotros.”

A su turno, el docente Guzmán Trinidad recordó que la idea de denominar al liceo con el nombre del músico surgió en 2007, impulsada por docentes, vecinos y estudiantes. Releyó fragmentos de aquella carta original, en la que se argumentaba que Lazaroff no solo había sido un referente de la música nacional, sino un vecino profundamente identificado con la zona y con fuerte compromiso social. Pensamos que es necesario un reconocimiento a una figura local tan importante para la cultura nacional y por ello entendemos que nada mejor que nuestro liceo lleve su nombre.“Desde hace años pretendemos rendirle homenaje llamando a nuestro liceo con su nombre, no sólo por su identificación a esta localidad, sino y fundamentalmente, por el compromiso que practicó y que se refleja en su obra”, decía un tramo de la carta.

Trinidad también compartió con los estudiantes un texto que Lazaroff leyó en 1985 sobre Carlos Gardel, donde el artista reflexionaba sobre la creatividad, la renovación y la responsabilidad del creador en la construcción cultural. “Para Lazaroff, ética y estética no eran separables”, recordó.

Fenapes: instrumentos como legado e inspiración

En nombre de la Federación Nacional de Profesores (Fenapes), Emiliano Mandacen destacó la figura de Lazaroff como “un intelectual comprometido con su tiempo”, que trabajó desde lo cotidiano y en diálogo con la gente. Subrayó el rol de la cultura y el deporte en el trabajo del sindicato y anunció la donación de instrumentos musicales para el liceo, que fueron entregados sobre el cierre del acto. “La cultura es un sostén clave en la búsqueda de una sociedad más justa y solidaria”, afirmó. Y añadió: “Nos pareció la mejor forma de aportar a este homenaje, y para que estos instrumentos sirvan para inspirar a muchos estudiantes y docentes a seguir componiendo músicas que establezcan la resistencia por un mundo mejor”.

Por su parte, el director general de Secundaria, Manuel Oroño, resaltó el fuerte vínculo entre el liceo y su comunidad. Consideró que la figura de Lazaroff, “un poeta y artista comprometido con su tiempo”, ofrece un marco significativo para pensar la educación desde la creatividad, el acompañamiento y el afecto. Oroño remarcó que garantizar el derecho a la educación significa, en esencia, construir mayor libertad para las y los estudiantes: “Una persona con más conocimiento es más libre para elegir su trayectoria y aportar a una sociedad más democrática.”

Uno de los momentos más emotivos llegó con las palabras de Rosario Lazaroff, hermana menor del artista, quien evocó la infancia compartida y la “imaginación desbordante” de Jorge. Lo describió como su “primer amor” y relató anécdotas familiares que conmovieron al público presente. Recordó sus juegos, la liga de fútbol inventada por el músico en la niñez,su amor compartido por Danubio, y la complicidad que mantuvieron hasta el final. “Quiero dejarles el espíritu burlón del mejor hermano del mundo”, expresó.

La sobrina del músico, Soledad Castro Lazaroff, reflexionó sobre el valor simbólico del nombre del liceo y sobre la construcción de memoria colectiva. “El sentido de que un liceo se llame Jorge Lazaroff, me parece que por un lado tiene que ver con el hacernos cargo de que las personas que dejan obra se transforman también en símbolos. Y los símbolos construyen comunidad”.

Destacó que la obra de su tío invita a la autocrítica, a abrir nuevas puertas y a sostener prácticas docentes que favorezcan la convivencia con lo diferente. “La invitación de Jorge durante toda su obra, en todos sus discursos y más hacia sus últimos discos, tenía que ver con esta intensa capacidad autocrítica, esto de hablar de sí mismo, separarse de sí mismo, pensarse a sí mismo. Creo que eso en la práctica docente es fundamental, es como poder realmente salirnos de lo anquilosado, de lo que estamos acostumbrados a hacer”.

Para finalizar, valoró la dimensión colaborativa que atravesó toda la producción del artista: una obra siempre en diálogo con otros. “Es una obra en colaboración con una generación de amigos, de amigas, incluso de enemigos y enemigas, quiero decir, en diálogo. Es una obra en diálogo con otros músicos, otros artistas, otras artistas de su tiempo y de otros tiempos, es como una obra llena de referencias, que toma un montón de cosas del pasado y las transmutaen otra cosa. Entonces, creo que ahí hay un concepto profundo de la amistad, del poder crear con otras personas”.

En representación de la directiva de Danubio Fútbol Club, Carlos Mena rememoró la estrecha relación histórica del músico con la institución fundada por su familia. Relató los orígenes del club y destacó la sensibilidad social y musical de Lazaroff como parte de un legado que trasciende el deporte. Recordó que Danubio nació “del sueño de un grupo de niños en edades escolares” entre los que mencionó a Miguel,Apóstoles y Juan, tíos y padre de Jorge. También recordó que su abuela, María Mincheff de Lazaroff, fue quien bautizó al equipo. “El tiempo pasó, aquel cuadro de niños es actualmente una institución fundamental en el fútbol uruguayo y hoy se homenajea a uno de sus tantos hijos, un hijo prodigio que supo crear e interpretar música como pocos, con una gran sensibilidad y un profundo sentimiento social”, dijo Mena.

“Hoy se homenajea a uno de nuestros hijos predilectos, por su compromiso con el barrio y su legado musical”, enfatizó.

El compositor Rubén Olivera evocó pasajes de la vida docente de Lazaroff, donde predominaban la alegría, la risa y el estímulo creativo. Recordó cómo detectaba talentos entre sus estudiantes y los impulsaba a desarrollarlos. Cerró citando una frase del artista: “Me levanto todos los días sintiéndome un tipo peligroso, que tiene cosas peligrosas para hacer contra todo aquello que atenta contra la dignidad humana.”

Los músicos Pitufo Lombardo y Pinocho Routin compartieron una anécdota vinculada al repertorio de Falta y Resto a fines de los años 80, cuando visitaron Solymar para trabajar con Lazaroff en la creación de un cuplé. El recuerdo, contado entre risas, reforzó la impronta cercana y generosa que el músico dejó en la comunidad artística.Para finalizar, manifestaron su alegría de “saber que este liceo lleva el nombre de un gran artista y un hombre comprometido con el país y con la gente”.