“Hoy estoy un poco cansada” dice Armonía Cambón de 100 años cuando comenzamos la entrevista para Metropolitano. Explica que el día anterior se levantó a las 7.30 hs, luego fue al ensayo de teatro, después a casa de unos amigos, luego a Bio Danza y regresó a su casa a las 18 horas. Además cuenta que escucha música muy variada durante todo el día, costumbre que heredó de su padre músico, y varias veces en la jornada baila sola con el andador.

En mayo cumplió sus 100 años, pero advierte que “ya no los cuento más, ahora estoy en otra, cuando venga mayo el año que viene empiezo a contar de a uno, así que en mayo de 2023 cumpliré un año”, dice entre risas. Armonía vive sola en El Pinar, hay una señora que la ayuda en las tareas y traslados y tiene una hija de 73 años. Hace 40 años vive en El Pinar y sobre Ciudad de la Costa comenta “la vi crecer sin darme cuenta, cuando llegamos era todo monte, era precioso, después empezaron las casas”.

Accidente y pandemia

Hace unos meses tuvo un accidente complicado porque se cayó y se lesionó la cadera y encima la pandemia no ayudó. “Con la pandemia me fui quedando, la doctora me decía ‘armonía no salgas por favor”. Pero ya retomó todas las actividades, salvo folklore que es más complicado para la lesión de cadera.

Hace años que empezó teatro y el fin de semana pasado participó del 1er Encuentro de Teatro de Adultos Mayores (ETAM) en dos sedes centrales: Sala Teatro Serendipia y Club de Adultos Mayores Shangrilá, organizado por el Centro de Investigaciones Escénicas Acuarela y la Escuela de Teatro Acuarela. Ahora practica teatro en UNI 3, en Lagomar, bajo la dirección de Patricia Pérez.

Hace 18 años, cuando tenía 82 y quedó viuda comenzó con las danzas folklóricas y de allí vino el teatro hoy una de las mejores cosas que le han pasado. “No me daba cuenta que tenía capacidad para el teatro y la profesora de folklore me decía que tenía muchas cualidades para hacer teatro. Para mí el teatro ahora es la vida. Con Patricia estoy muy bien es un amor”, expresó. Así en el Encuentro actuó en Esperando la Carroza, encarnando nada menos que a Mamá Cora. Además tiene mucha facilidad para improvisar, “sí improviso mucho y mis compañeros me miran porque improviso, porque quedan descolocados y les digo ustedes síganme”.

“El encuentro me encantó, fue hermoso”, apunta con una vitalidad y optimismo envidiables y ya prepara un nuevo espectáculo.