El colegio Areteia Bimbully realizó una exposición y posterior panel sobre la identidad costera. El Colegio ubicado sobre Márquez Castro, se vio colmado por padres, estudiantes e interesados en esta búsqueda de lo que nos diferencia, es decir de nuestra identidad que se está forjando en esta joven Ciudad de la Costa que acaba de cumplir sus 23 años. La exposición, sumamente completa, contó con registros históricos, fotografías y decenas de trabajos que los chicos realizaron en el curso de una investigación que demandó dos años. De hecho se trató de la VII Exposición Bianual “Construyendo nuestra identidad costera”. Entre muchas cosas se pudo ver la importancia que tuvieron los clubes deportivos y sociales que hace décadas nucleaban a los pocos habitantes y de alguna forma también los organizaban en actividades que convocaban a toda la familia. Los paisajes y la importancia de cuidarlos, los primeros centros educativos, etc.

La idea surgió una noche en que un grupo de alumnos regresaba de natación y se preguntaron qué es lo que les gusta de la ciudad donde viven. Así escribieron en una cartulina cosas como los médanos, el aire, la playa, el sonido de los pájaros, el Costa Urbana, etc.

El panel fue coordinado por el periodista Gerardo Sotelo, que según contó, conoció Solymar en 1967 y desde 1975 vive en la zona. “La estamos creando entre todos, la mayoría de los habitantes sin la conciencia de que se está creando una nueva ciudad, simplemente la gente se dedica a hacer sus cosas, solucionar sus problemas y disfrutar de este entorno que aún conservamos tan maravilloso”, dijo el periodista.

Recordó cuando Ciudad de la Costa se consideraba un lugar muy lejano de Montevideo, hoy en 20 minutos se está en el centro de la capital, cuando no había un teléfono, ni agua potable, ni ómnibus a determinada hora de la noche, apenas un escuela pública y tampoco había una sola mutualista.

En torno a la memoria

El panel estuvo integrado por Octavio Silvera, fundador de la Comisión de agua y saneamiento de la Costa de Oro y Pando, José Abente, ex presidente de Aves del Uruguay, Rosario Lazaroff, hermana del músico Jorge “Choncho” Lazaroff, Gloria Pardo, vecina e hija del original propietario del local de Márquez Castro del Colegio Areteia  Bimbully, Leticia Cannella, antropóloga social y asesora de la Comisión de Patrimonio de Canelones, Enrique Coman, ingeniero y sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial donde actuó como piloto, Julio Lagomarsino, biólogo y profesor asesor de didáctica de las ciencias del colegio y José María Perelló, periodista investigador.

El paisaje como forma de ser

Cannella, que vive hace 11 años en la zona, apuntó que “cuando nosotros hablamos de identidad en realidad lo que estamos buscando es diferenciarnos del otro, la alteridad, es decir lo que el otro no es. En los tiempos que corren, quizás muchos de ustedes nacieron en Montevideo o proveniente de lugares diferentes con historias diferentes y es común hablar de identidades múltiples, que se superponen. Ciudad de la Costa tuvo su explosión en la década del 80 y fue la ciudad que más creció en toda América Latina. Imagínense eso pensando por ejemplo en lo que pudo haber sido Brasil, bueno Cuada de la Costa fue la que más creció. La identidad es un proceso dinámico, cambiante, pero hay elementos que forman el ser de una comunidad, el paisaje es uno de estos elementos que hacen a Ciudad de la Costa”, indicó.

Artigas vigilando

Silvera a su turno habló de los límites de Ciudad de la Costa y sorprendió a los presentes con una historia de la Ciudad que involucra a José Gervasio Artigas. Se refirió a la cuenca baja del arroyo Pando “en 1726 el abuelo de Artigas recibió del gobierno una suerte de estancia con límites en Shangrilá hasta Camino Maldonado y el arroyo Pando, prácticamente todo lo que hoy es Ciudad de la Costa. Artigas vino a esta estancia cuando era joven y se bautizó en un lugar cercano al Aeropuerto de Carrasco”, afirmó.

Silvera apuntó que las rocas que se ven hoy debajo del arroyo Pando eran utilizada por Artigas, años después “para hacer el patrullaje porque era el único paso que había a caballo o a pie. Eran unos ocho funcionarios al mando de Artigas que cuidaban y avisaban prendiendo fogatas detrás de los médanos para avisar si venían barcos con contrabando, las fogatas se iban replicando hasta llegar a Montevideo donde se tomaban las decisiones”, contó Silvera.

Dos años de investigación

“Cada dos años hacemos una exposición sobre distintos temas. Se trabaja dos años. En este caso nuestra ciudad es reciente y pasa a formarse como ciudad, pero siempre estamos mirando a Montevideo y la idea era trabajar con los chiquilines que cosas hacen que nosotros seamos de este lugar”, explicó a revista Metropolitano, Luisa Beltrán, directora de secundaria del Colegio Areteia.

“Los chicos participaron por ejemplo de jornadas de limpieza de costa, una característica de que estamos cuidando nuestro lugar. Hicieron distintas investigaciones según las asignaturas del liceo. Por ejemplo la gente, la flora, la historia. Sexto de escuela realizó entrevistas a distintas personalidades como Kairo Herrera, Luis Suárez que les escribió, o la escritora Susana Olaondo”, contó Beltrán.