El Kenpo, que ofrece técnicas que van desde el refuerzo de la autoestima, la toma de una actitud que opone una barrera psicológica al agresor, la espiritualidad y la defensa física con elementos simples. Desde el año pasado se están coordinando talleres con organizaciones que trabajan en el tema de violencia doméstica como Mujeres de Negro, por ejemplo, con muy buenos resultados. Pero esta disciplina no solo aporta a situaciones de violencia de género sino también a la seguridad y autodefensa en la calle. Más de 300 personas hoy practican esta disciplina en Uruguay y el 90% se acercó para saber defenderse de una agresión en la casa o en la calle. Otro arte marcial muy practicado por mujeres es el Aikido, por su cualidad de utilizar la fuerza del atacante contra él mismo (Ver nota aparte)
En cuanto al Kenpo Mongol es un arte marcial cuyos inicios se remontan al antiguo imperio Mongol y que era practicado por las tropas comandadas por el propio Gengis kan, y su guardia de elite. A pesar de esa antigüedad hoy se puede hablar de un arte marcial apropiado y adaptado a la época y necesidades, con técnicas de respuestas rápidas, simples y efectivas a las amenazas y peligros que se puedan presentar en la vida cotidiana.
Sus practicantes en poco tiempo cuentan con conocimientos de una auténtica defensa personal, apta para todas las edades y sexos, interactuando las emociones, el físico y la espiritualidad.
La escuela de Kenpo San ShuKan, ubicada en la calle Colonia y Cuareim, es una de las más conocidas y difundidas en nuestro medio, dirigidas por el Master Damián González cinturón negro 8º Dan, descendiente directo de los grandes maestros de la disciplina.
En diálogo con Metropolitano, González definió al Kenpo como” un arte marcial completo, cuna de muchas otras artes de defensa que hoy son conocidas por todo occidente”.

Señoras con historias “muy duras”
Muchas son las mujeres que se acercan al Kenpo Mongol buscando herramientas efectivas, simples y rápidas y pueden transformar en defensa llaves, celulares, paraguas, revistas, etc. para repeler cualquier tipo de ataque.
“Hablamos de señoras que fueron víctimas de violencia doméstica y callejera, con historias muy duras, se viene trabajando muy activamente con asociaciones de víctimas de violencia doméstica en Canelones; Montevideo, Fray Bentos y otros departamentos del Interior”, contó Gonzáles.
“Hoy en día la mayoría de estas víctimas de violencia han recuperado su tranquilidad y perdido el miedo en la vida cotidiana, recuperando su autoconfianza y autoestima, aspectos muy importantes para una vida saludable”, apuntó González.
.
“Definimos al Kenpo como un arte marcial de autodefensa completo, por lo que sus técnicas tienen incorporadas de por sí el autocontrol de las emociones sin perder de vista los aspectos físicos y legales del practicante.”
En breve además, la escuela San Shu Kan Kenpo, comenzará a impartir sus enseñanzas conjuntamente con instituciones que atienden a niños y jóvenes con capacidades diferentes, son muchos los ejemplos donde las técnicas de artes marciales ayudan, en la medida de sus posibilidades, a las terapias ya existentes, explico el 8º Dan. González aclaró asimismo que “el Kenpo Mongol es un arte marcial concebido para preservar la vida y la integridad física y mental de sus practicantes, pero nunca para la agresión”.
TESTIMONIO DE UNA VÍCTIMA
“Me daba terror caminar sola por una calle”
María José tiene 42 años y hace siete fue víctima de un intento de violación. “Yo salía a correr sobre la tardecita cuando llegaba de trabajar. Una vez un auto se arrimó a la vereda y me siguió como media cuadra. Pensé que era algún pesado, desubicado y me alejé del borde de la calle pero eran dos y pararon el auto y uno se bajó queriéndome meter al auto a la fuerza.
Empecé a gritar, intentó empujarme, pero pude escapar y corrí hasta una puerta, gritaba todo lo que podía y empecé a golpear la puerta de la casa. Al final se fueron”, contó María José a Metropolitano. En la casa en la que pidió ayuda en realidad no había nadie pero vivió uno de los peores momentos de su vida cuando tuvo que regresar a su casa, temiendo que el auto volviera a aparecer. Pero el terror no se fue. “Pensé que iba ser los primeros días, pero no fue así. Me daba terror caminar por una calle sola, cada hombre que me cruzaba, si iba sola por un calle algo oscura, era una desesperación”, contó. Tuvo que recurrir a apoyo psicológico y fue en esas sesiones que el profesional le recomendó que practicara algún arte marcial.
“Finalmente elegí Aikido porque es un arte marcial que se basa en aprovechar la energía, la fuerza de quien te ataca y no parte de ataques de uno, si no que el propio impulso del atacante se vuelve contra él. No es necesario tener más fuerza que la otra persona”, explicó María José.
“Me ayudó muchísimo, recuperé la confianza en mí misma, la seguridad, yo como que me achicaba si me iba a cruzar con alguien, bajaba la mirada, como que quería desaparecer”, explicó. Ahora hace siete años que lo practica. “No lo dejé, aunque ya superé ese problema, descubrí un grupo bárbaro de gente, somos muchas mujeres y ahora ya lo practico profesionalmente”, contó.